sábado, 30 de agosto de 2014

El Tao de la educación

En la educación del no hacer no hay nada que hacer porque todo se hace sólo. No existen los problemas pedagógicos porque no hay nadie que obligue aprender a nadie. El maestro es aquel que enseña sin hablar. No hay clase, no hay aula, no hay nada que enseñar ni nada que aprender. 

Yo aprendo la educación del no hacer en el “Tao Te King”, un libro de sabiduría muy profunda, tan profunda como la vida. Cada vez que leo algunas de sus páginas me maravillo de su sencillez y de sus misterios. Es como zambullirse en un lago de aguas claras en cuyo fondo oscuro esconde importantes secretos. Los secretos de la vida. Su lectura inspira y eleva el espíritu, lo que no significa que no tenga un carácter práctico en muchos órdenes de la vida. La salud (chi kung, tai chi), la política (anarcotaoísmo) o la agricultura (Fukuoka) son algunos ámbitos donde son aplicables muchos principios de esta gran obra.Y por qué no, la educación también.


Para acercarnos a esta forma de entender la educación necesitamos conocer un concepto clave de la obra de Lao Tse y en general de toda la filosofía taoísta: wu wei (no hacer). Este no hacer no se refiere de ninguna manera a evadirse de los acontecimientos, estarse quieto o ser pasota. Por el contrario, sugiere un nivel alto de entendimiento y sabiduría sobre uno mismo, los demás y  la vida en general que permite mantenernos en nuestro centro y afrontar las situaciones sin desgastarnos, sin sufrimientos innecesarios. Para entender este concepto a mi me sirve el ejemplo de un monje zen que se encontró ante un guerrero que le retaba a una lucha a muerte. La superioridad física del contrincante era clara pero el monje aceptó con la condición de que la lucha se realizara en un islote cercano. Aceptando el trato, ambos subieron a una barca en dirección al islote. Cuando el guerrero se bajo de la barca, el monje se alejo de la costa demostrando que es posible ganar un combate a través de la no lucha.
 

Pero, ¿cómo podemos aplicar esta educación del no hacer en nuestra práctica educativa, sea con nuestr@s hij@s o como acompañantes o maestr@s en escuelas convencionales o alternativas? No hay una forma ni decálogo de pasos para ello (tan de moda ahora). Se trata más bien de un cambio de visión, una transformación personal, un restar, decrecer… Entiendo que es proceso personal que cada una puede ir desarrollando a través de la observación interna, la contemplación, el desbloqueo físico y emocional… En Rousseau, la escuela nueva, Montessori, Wild o la práctica del unschooling veo reflejados algunos principios de esta forma de entender la vida. Dejar al niño desarrollar su naturaleza, que encuentre su armonía con él mismo y con sus semejantes...

El sabio obra sin actuar,
Enseña sin hablar.
Todos los seres se presentan ante él,
y a ninguno se niega.
Crea pero no posee
Realiza pero no retiene
Cuando termina la obra,
no se aferra a ella.
Y precisamente por no aferrarse,
nada ni nadie le abandona.

A partir de las palabras de Lao Tse entiendo que l@s adult@s podemos convivir con l@s niñ@s sin pretensiones ni deseos, confiando en sus propias capacidades. Sin embargo no se trata de abandonarlos a su suerte, sino estar realmente presentes cuando nos necesitan. En vez de preocuparnos por si aprenden o no matemáticas o si escriben más o menos, podemos convertirnos en referentes y autoridades naturales que l@s niñ@s respeten porque nosotr@s les respetamos a ell@s, con sus formas propias de actuar y ser independientes de nuestras expectativas. Si un niño o niñ@ no se interesa por las matemáticas o la lectura será porque realmente no l@s necesita para desenvolverse en su mundo personal. En el momento que les resulten necesarios esos conocimientos para conseguir algo que realmente necesita lo hará sin esfuerzo y dedicandole tiempo hasta que lo consiga. ¿Por qué amargarnos la vida entonces? ¿Qué miedos albergamos del pasado sobre nosotr@s mism@s y nuestro temor a no ser aceptad@s?

Dentro de la educación (domestica o escolar) podemos crear espacios y materiales para que puedan desarrollar sus sentidos, el intelecto o sus habilidades físicas. Pero en realidad, la obra se hace sola. Es la actividad espontanea del niño la que da vida a eso que entendemos la educación. Las expectativas están hechas para romperse. Cualquier objetivo que nos fijemos sobre cómo debe evolucionar nuestro niño a nivel intelectual o motriz (edad a la que gatea, anda, corre, lee, escribe...) supone una simplificación de las inmensas posibilidades desarrollos particulares de cada niñ@. Dejar que el/la niñ@ manifieste su naturaleza es el mejor regalo que le podemos dar.

Si no emprendemos nada,
el pueblo se enriquece por sí solos.
Si no tenemos deseos,
el pueblo retorna por sí mismo a la simplicidad.

En nuestro papel como pamás (padres y madres), podemos vivir esta filosofía con nuestr@s hij@s si somos capaces de limpiarnos de nuestros prejuicios, valoraciones, juicios sobre ell@s. De esta forma, un poquito cada día, como el globo que va soltando pesos y puede realmente volar, empezaremos a sentir una alegría interna que nos conecta con lo que somos en realidad y veremos a nuestr@s hijos desde una luz nueva, percibiendo su maravillosa naturaleza. ¿Seguirá habiendo peleas, discusiones, malos, falta de comunicación? Recordando la estrategia del monje, no hay una pelea entre dos si uno no quiere. La claridad interna nos ayudará a detectar nuestras necesidades más claramente y también las de ell@s.

En el Tao Te king hay muchos principios fundamentales que nos pueden ayudar para acompañar respetuosamente a niñ@s en su camino personal. Por ejemplo, en relación a los conflictos:

Economizad las palabras
y todo se hará solo.
Un ciclón no dura más que una mañana.

Sobre la no directividad veo una referencia clara:

Lo supremo es no dar órdenes,
¿quién se da cuenta de ello? 

O sobre la autonomía vial de l@s niñ@s:

Todos los seres veneran el sentido
y aprecian la vida.
Y lo hacen sin estímulos externos, espontáneamente.

Esto no es un nuevo método de autoayuda o pedagogía novedosa, es una práctica con más de 3000 años de antigüedad. Si somos capaces de acercarnos a esta fuente interna, podremos vivenciar la paternidad y maternidad en un sentido pleno, de forma incondicional:

Producir y nutrir,
crear sin poseer
obrar sin retener,
multiplicar sin someter,
esa es la misteriosa vida.

Os animo a que las palabras de Lao Tse también os inspiren en vuestra convivencia con niñ@s y/o práctica educativa (o mejor dicho no-práctica educativa). Mis palabras son sólo una interpretación personal del libro. Como dice Lao Tse en su primer verso:

“El Tao que se nombra no es el verdadero Tao”.

*Todas las citas han sido extraidas del libro "Tao Te King" en la versión de Richard Wilhem editado por la editorial Sirio (8ª edición, 2004)

No hay comentarios:

Publicar un comentario